Pasaron las horas y pronto tuvieron que ir a cenar. Existía un gran comedor, con bastantes mesas y sillas para cada uno de los alumnos y por supuesto para los maestros. Cuando llegaron Annie y Judith, casi todas las mesas estaban llenas, así que optaron por sentarse con un grupo de chicas que parecían distantes entre sí, pues parecía que también eran de primer grado.
- Muy buenas noches jóvenes - dijo amistosamente la directora, una mujer que rondaba los 40 o 45 años vestida de un vestido rojo carmesí.
- Buenas noches - Contestaron todos al unísono. Parecían robots al hacer eso, pero en todas las escuelas sucede.
- Bienvenidos a la Academia Clearwater, esperamos que sea un año de muchos aprendizajes y buenos ratos. - dijo y el salón completo estalló en aplausos; en verdad no había nada que celebrar, pero a la directora siempre se le tiene que aplaudir.
Y todos comenzaron a cenar; la comida era bastante buena, pero nada comparado con lo que preparaba su mamá. Pensó Judith. La cena pasó sin sobresaltos, Annie comenzó a platicar con las chicas de la mesa; se dio cuenta de que dos de ellas estaban en sus mismas clases, por lo que pronto conversaron más animadamente. Judith, como era de esperarse de una chica tímida, solo respondía a las preguntas que las demás formulaban, pero no le era sencillo entablar una conversación interesante así que las demás se cansaron y continuaron cenando.
Acabada la cena todos se retiraron a sus respectivas habitaciones. Una de las chicas que iría en las mismas clases que Annie, una chica rubia de cabello largo y sedoso llamada Melisa, acompañó a Judith y a Annie hasta su habitación, ya que su dormitorio estaba tres puertas adelante.
Judith aún no podía creer que tendría que vivir en ese horrible lugar durante todo un año; Si bien era cierto que podría salir en las vacaciones de navidad, dudaba demasiado que sus papás fueran por ella. Estuvo dándole vueltas a eso toda la noche por lo cual no dormir.
Annie por otro lado se sentía satisfecha de por fin estar en esa escuela, donde no tendría que lidiar con las reglas de sus padres ni con el fastidioso de su hermano. Para ella era como un sueño hecho realidad.
A la mañana siguiente todos tendrían que comenzar a asistir a clases. Eran las 6:35 a.m. cuando Judith despertó, no tenía ganas de levantarse, pero su clase de matemáticas comenzaría a las 7:00 y todavía tendría que bañarse y ponerse su uniforme.
Annie despertó muy emocionada a las 6:00 a.m. tomó una larga ducha y se vistió con su nuevo uniforme. Me encanta, pensó. Tardó alrededor de 20 minutos arreglándose y salió en dirección a su clase de Biología.
A llegar al aula, saludó a Melisa y a Karen, las chicas a las que había conocido el día anterior en la cena. Tomó asiento y esperó a que llegara el profesor.
Pasaron las clases, y Annie regresó con Melisa y Karen al dormitorio, en donde ya se encontraba Judith. Para ella, la mañana había sido un verdadero fiasco.
Llego tarde a su primera clase, por lo que su enojón maestro de matemáticas le ordenó que no volviera a suceder. Pasaron las primeras clases, y al salir a desayunar paseó por los alrededores del edificio. Es bello, pensó; bello pero tétrico. AL llegar a la parte norte del terreno, se dio cuenta de que algo en el césped brillaba. Se agachó para recogerlo, de pronto sintió que alguien la estaba observando; levantó la mirada y se encontró con un chico bastante extraño, pero no físicamente pues tenía el cabello negro y ojos marrones como la mayoría , extraño por esa orgullosa y egocéntrica sonrisa, y por como la miraba. – Tiene que ser del colegio – se dijo a sí misma Judith, pues el misterioso chico llevaba el uniforme de la escuela.
Levantó aquel precioso crucifijo que la había invitado a agacharse, lo miró sorprendida; si antes le había parecido precioso ahora se había enamorado de él. - ¿Será de oro? – pensó Judith. El chico seguía mirándola así que ésta se animó a preguntarle su nombre.
- ¿y tu… - dijo dubitativa, se había arrepentido pero era demasiado tarde, al menos tendría que terminar la pregunta – cómo te llamas?
El chico la miró extrañado y le pareció divertido que se atreviera a hablarle por lo que le respondió:
- Eugenio, Eugenio Cásares – Dijo y le tendió la mano. Al instante en que Judith la tomó, sintió escalofríos; no significaba que se estaba enamorando ni mucho menos, pues eso era diferente. Una mano tibia pero aún así se sentía distante.
- Mi nombre el Judith, mucho gusto – Dijo ahora más segura. Esto sí que es raro, pensó, pues nunca se le había facilitado el comenzar a hablar con alguien desconocido. – Y… ¿Por qué te encuentras aquí? – dijo.
- Yo te podría hacer la misma pregunta, pero deberíamos seguir con nuestros caminos. – dijo y comenzó a caminar en dirección opuesta a la que Judith caminaba.
Hola! me encontré con este blog y me parece interesante. Voy a comenzar a leer la historia con mas detenimiento, puedes contar con ello. Quize unirme a SEGUIDORES pero no esta disponible >> No se bien que sucede. Tambien tengo una historia, donde la protagonista es Annie, por eso también me incitó a ver que clase de personaje has creado, deacuerdo a su nombre.
ResponderEliminarPuedes contar con mis comentarios cuando termine los capítulos. Espero que sigas la historia ^^