Por fin había llegado el día, el día de inicio de clases, Annie al igual que todos los que comenzaban el primer grado se sentía nerviosa, tanto tiempo de prepararse habían rendido fruto, ya que sabía por lo menos en que parte del edificio se encontraban sus aulas y mejor aún, ya sabía en que dormitorio estaría y el nombre de su nueva compañera.
Llegó sin ningún problema hacia su cuarto; aún no conocía a nadie y todos la miraban con misterio, como si detrás de esos bonitos folletos hubiera algo más, algo que al parecer ella tendría que descubrir por sí sola.
Abrió la puerta de su nuevo cuarto con la llave que le había sido entregada en secretaría; se dio cuenta de que había estado abandonado durante algún tiempo, por el perceptible olor a moho que despedía la habitación. Intentando tapar un poco sus fosas nasales abrió la ventana y respiró el fresco aire de los al rededores. La vista es maravillosa, pensó. Y era cierto, detrás de la pared que marcaba los límites de la propiedad había un gran bosque repleto de árboles, miles tonalidades de verde y un cielo lleno de grises nubes formaba ese bello, pero también misterioso paisaje.
Trató de ponerse cómoda y comenzó a desempacar. Unos cuantos minutos más tarde se escuchó que la manija de la puerta comenzaba a moverse. - Deberá ser mi compañera, Edith.- dijo para sí misma. Se abrió la puerta y tras de ella apareció una chica de tez clara, y cabello negro azabache, sus ojos marrones parecían fundirse y formar el más dulce chocolate.
Ella se sorprendió al ver a Annie tan cómodamente sentada sobre la cama, para Edith esto era una pesadilla, nunca había querido estar en un internado, en su hogar tenía amigos y ahí era una total y completa desconocida. - Bueno, intentaré al menos hacer una amiga.- Se dijo a sí misma, tomó un respiro y expulsó un leve: Hola.
Annie, no había escuchado decir nada a su compañera, pero por su mirada, se había dado cuenta de que quería socializar, a ella le había sucedido lo misma las tantas veces que había cambiado de escuela, por lo que tuvo compasión y le dijo:
- Hola, yo soy Annie. Mucho gusto - y le tendió la mano.
Edith agradeció el gestó y decidió presentarse.
- Mi nombre es Edith, el gusto es mío - Dijo
- ¿De dónde eres? - Preguntó Annie, sabía que la escuela era reconocida, y eso causaba que los estudiantes vinieran de todo el país, o incluso de fuera de él.
- Yo vengo de León, al norte de Guanajuato. - Dijo Edith, siempre había sido un “orgullo” por decirlo de alguna manera, pertenecer a una ciudad importante, pero esta vez, se sentía menos; sabía que en este colegio se encontraba gente de Guatemala, de Honduras, de la cuidad de México y de muchos otros lugares así que no le prestarían atención a la chica de León…
- ¡Ah! ¡Que bien! Yo estudié un tiempo en León, en el colegio Cervantes. - Dijo Annie, tenía que conocer a su nueva compañera, tal vez y tuvieran algo en común. - ¿En qué colegio estudiabas?
- En la escuela Miguel Hidalgo, nunca había estado en un colegio, y mucho menos en un internado como este… Tan tétrico, misterioso…- Dijo Edith, No lo podía callar, no le gustaba para nada este lugar, la mirada de los estudiantes siempre era distante, como si añoraran salir de ahí. No sabía lo que pasaba, pero esperaba salir viva del año escolar.
- Si, ya lo creo. - Dijo Annie, ella también sentía que este colegio ocultaba algo, pero era parte de la “magia” que, según ella, poseía el lugar.